jueves, 24 de marzo de 2011

Para lo bueno y para lo malo

       Vertiginosamente, y como no nos hubiésemos dado cuenta, una época llega a su fin. No es fácil, según desde donde se mire, de hacer balance de casi 6 años de una vida. Como en todos los balances, siempre hay que hacer hueco para un apartado para los pros y los contras; los más y los menos: los beneficios y las pérdidas. Uno durante todos estos años ha pasado de largo de todos estos inconvenientes y burocráticos asuntos, que al fin y al cabo, siempre son necesarios para centrarse en el curso que sigue. Por mala gestión, ahora nos toca hacerlo todo junto. Ya no hay vuelta atrás.
 
     Todos vivimos con enorme entusiasmo y (algunos) con cierto miedo, nuestro primer día en un lugar totalmente nuevo. Otras normas, otros profesores, otros muchos compañeros nuevos; nos teníamos que levantar más temprano para no perder la guagua; un largo etcétera de cambios, que hoy en día, pensaríamos de insignificantes. A medida que pasaban los años nos soltábamos más en ese magnífico arte de movernos libremente por el instituto. Veíamos a los niños de 6º de Primaria visitándonos para conocer cómo sería su centro educativo durante el próximo curso.



     Ya desde 4º de ESO, algunos profesores comenzaron a llamarlos “preuniversitarios”. Qué palabreja tan rara y tan lejana a la vez. En mi caso, sólo es hasta 2º de BACH. Cuando verdaderamente me siento un verdadero preuniversitario y cuando nos damos también cuenta de muchísimas otras cosas que podrías haber hecho y que no hiciste, fuere por el motivo que fuere.
     Cabe también prestar especial mención a todos nuestros profesores que para bien o para mal, se han “entrometido” en nuestro camino. Uno nunca se olvida de esos profesores sustitutos o que ya no están, acordándonos de las muchas anécdotas que vivimos y sufrimos innumerables veces. Recuerdo a un profesor de francés  llamado Antonio C. que además de profesor era tutor, y que fue el primero de muchos. También y con especial simpatía con otra profesora llamada Candelaria, que impartía la asignatura de Ciencias Sociales. También fue mi tutora. Otros profesores como Mary Pino, Nela, Arsenio, Ibrahim y un larguísimo etcétera perduran en la memoria de muchos de nosotros. Otros más recientes como Laurence o Jorge Paz también nos marcaron en el resto de nuestra yincana en el Eusebio Barreto.
    
     También recordamos a nuestros compañeros, ya sea por lo bueno o por lo malo; por los que siguen o por los que no han seguido. A mí me causa especial interés mostrar mi afecto a los que fueron mis compañeros en el CEIP. Mayantigo, de los que me separé al venir al instituto, ya que a mí me correspondía ir al IES. José Mª P. P. Otros compañeros se han ido incorporando después, pareciendo que llevaban ahí de toda la vida. Es maravilloso. Otros casos más cercanos nos conmueven y nos llenan de tristeza como es el caso de una compañera de este año, que tuvo que abandonar el curso. Los que sabemos quién es, le brindamos todo nuestro apoyo; y especialmente desde este medio, y yo mismo, que le desea una pronta reincorporación a sus estudios, desde el momento en el que se sienta con las suficientes fuerzas y más para volver a intentarlo otra vez, y las veces que hagan falta. ¡¡Mucho ánimo!!
     Muchas anécdotas, por consiguiente también nos asolan y recordamos tantas horas sin profesor, o los cambios de hora. Las discusiones y peleas en clase, quedarán también como meros recuerdos sin olvidar nuestros errores. Tantos días del “Centro Guapo” vividos con intensidad e ilusión en el centro durante toda la semana cultural, ya sea repartiendo el material para los demás talleres, “construyendo” un reloj de Sol o haciendo volar unas cometas hechas con papel o bolsas de basura.
     En fin, es inevitable recordar lo bueno y lo malo, aunque hayan pasado ya casi 6 años. Parece mentira, la verdad. Más que inevitable y necesario es obligación. A todos mis compañeros a lo largo de esta etapa des doy enormemente las gracias y les deseo la mejor y más grande de las suertes en la siguiente etapa que nos tocará vivir.

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