Vertiginosamente, y como no nos hubiésemos dado cuenta, una época llega a su fin. No es fácil, según desde donde se mire, de hacer balance de casi 6 años de una vida. Como en todos los balances, siempre hay que hacer hueco para un apartado para los pros y los contras; los más y los menos: los beneficios y las pérdidas. Uno durante todos estos años ha pasado de largo de todos estos inconvenientes y burocráticos asuntos, que al fin y al cabo, siempre son necesarios para centrarse en el curso que sigue. Por mala gestión, ahora nos toca hacerlo todo junto. Ya no hay vuelta atrás.
Todos vivimos con enorme entusiasmo y (algunos) con cierto miedo, nuestro primer día en un lugar totalmente nuevo. Otras normas, otros profesores, otros muchos compañeros nuevos; nos teníamos que levantar más temprano para no perder la guagua; un largo etcétera de cambios, que hoy en día, pensaríamos de insignificantes. A medida que pasaban los años nos soltábamos más en ese magnífico arte de movernos libremente por el instituto. Veíamos a los niños de 6º de Primaria visitándonos para conocer cómo sería su centro educativo durante el próximo curso.
Todos vivimos con enorme entusiasmo y (algunos) con cierto miedo, nuestro primer día en un lugar totalmente nuevo. Otras normas, otros profesores, otros muchos compañeros nuevos; nos teníamos que levantar más temprano para no perder la guagua; un largo etcétera de cambios, que hoy en día, pensaríamos de insignificantes. A medida que pasaban los años nos soltábamos más en ese magnífico arte de movernos libremente por el instituto. Veíamos a los niños de 6º de Primaria visitándonos para conocer cómo sería su centro educativo durante el próximo curso.